domingo, 5 de abril de 2015


1.262,55 km de ese momento, de paredes moradas y sexo al descubierto.
te quiero

sábado, 7 de marzo de 2015

No seré tan osada de fomentar el silencio entre la reina y su amada

270 días, aproximadamente, son los que han pasado en nuestra franja de Gaza

El temblor de los minutos callados aún los siento en mi pecho, dan patadas 

Se estremecen cuando llamas

Cuando hablas

Cuando callas

Ya no necesito huir
4 minutos
de nadie

miércoles, 7 de enero de 2015

Quiero compartir contigo sudor y palabras.
Palabras que hablen de penetración y sudor con sabor a camas deshechas.
La putada es que aún no se quién coño eres.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Going down on you like the titanic

lunes, 6 de octubre de 2014

El cuento de cómo llegué a la luna y empezaron mis temores a las alturas.

Érase una vez un niño, no importa el nombre, no importa la edad. Era un niño con sueños y juguetes, con mirada inquieta y pelo revuelto que un día mirando la tele sin ver nada, vio su futuro. Este niño quería pisar la Luna. Quería ir más allá de los sueños, de los juguetes, de las miradas y del corazón roto del amante torcido. Quería naves espaciales en su pijama y estrellas en el techo. Quería ser Capitán de un barco hacia la Luna y cazar estrellas con una caña de pescar. Un día este niño consiguió su sueño, podría pisar la Luna, podría engullir el universo, podría hacerlo.. solo. Y así fue como llegó a pisar la ingravidez de sus sentimientos. Miró hacia un lado y hacia otro, allí estaría a salvo, nadie podría hacerle daño. Pasados unos minutos volvió a mirar hacia un lado y hacia otro, pero ésta vez sí vio a alguien. La oscuridad del universo, la luz de la nave y el cristal de su casco le devolvieron una imagen. Era él. No estaba solo. Estaba consigo mismo. Esto le hacía sentirse más solo aún y recordó los besos antes de las bofetadas, las caricias antes de la muerte, las flores antes de las patadas. Y recordó también como las bofetadas le hicieron fuerte, como la muerte le hizo evolucionar y como las patadas le hicieron dar pasos hacia delante.. Entonces volvió a ver su imagen en el casco y lloró. Le faltaba el oxígeno a pesar de tener bombonas y bombonas solo para él. Volvió a mirar a cada lado y vio la nada. Entonces tuvo vértigo, vértigo de no saber volver a casa.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Que no.

Porque siempre me puso más cachonda un verso torcido que unos músculos autómatas.
Porque siempre busqué darle la vuelta a las cosas y ver el lado más Rimbaud de la vida.
Porque siempre he huido de lo que me pueda joder el corazón y no joder en la cama.
Porque siempre quise escribir el verso que más excitara a mi ciudad.
Porque siempre he querido poner una cabeza patas arriba y unos muebles de Ikea en una buhardillita.
Porque siempre quise que la palabra control para mí solo significase sexo y música

Por eso te digo que no.